El canterano Javi Guerra resucita al Valencia y lo saca del descenso con un gol agónico al Valladolid

La temporada que está viviendo el Valencia, además de convulsa, apunta a histórica por la amalgama de emociones que se están viviendo en Mestalla cada partido de Liga, sufriendo de lo lindo como lo hicieron ayer ante el Valladolid frente a su público. Sin embargo, en esta ocasión el sufrimiento se tornó en alegría desbocada, después de que firmase el 2-1 definitivo el canterano Javi Guerra con un golazo en el descuento que levantó al estadio y a la ciudad entera.
La tarde prometía para el conjunto dirigido por Rubén Baraja, que tenía muy claro el plan a seguir para sumar de tres, su única opción de arrastrar al Valladolid de nuevo a la pelea por la zona baja. Pensando sólo en ellos mismos, incluso el empate le valía al Valencia para salir de puestos de descenso después de la derrota del Getafe en casa ante el Almería el pasado miércoles, pero el guion que preparaba el encuentro iba a ser mucho más retorcido y rebuscado.
Se vio forzado a la épica de la remontada el conjunto ché frente a su público, disgustado y sorprendido a partes iguales cuando apenas en el minuto 6, Diakhaby cometió un error de bulto que dejó a Larin sólo mano a mano con Mamardashvili, que no pudo hacer demasiado. Mestalla, uno de los estadios más ruidosos de España, había quedado enmudecido, porque el Valladolid golpeaba primero para sumar 38 puntos y dejar a los valencianistas con apenas 30.
Le costó reaccionar al Valencia, nervioso e impaciente, consciente de que el plan de su entrenador con cinco defensas ya apenas valía para nada. Mientras, el conjunto pucelano seguía a pies juntillas las órdenes de Álvaro Rubio, director de orquesta blanquivioleta por la sanción del uruguayo Paulo Pezzolano, que impidió aun así que los suyos fuesen intimidados por la situación inesperada de ventaja en Mestalla. De hecho, tuvieron las mejores ocasiones en el primer tiempo.
El Valladolid estaba cada vez más cómodo sobre el terreno de juego mientras los locales pecaban de imprecisos en su escasas aproximaciones a la meta defendida por Masip, hasta que todo empezó a cambiar tras arrancar la segunda parte. El paso por vestuarios reactivó a un equipo que estaba en la lona, y Samu Lino pudo ser desequilibrante con el apoyo de Hugo Duro, una pesadilla para la zaga visitante desde su entrada remplazando al central Cenk.
Supo reaccionar Baraja, y su equipo lo agradeció. Así llegó el gol del empate, por parte del villano del primer tiempo. En el minuto 60, Diakhaby cazó un remate de cabeza que se fue envenenando y engañó por completo a Masip, que hizo un gesto para dejarla pasar, pero vio como el esférico rebotaba en el palo y besaba las redes. Ahí, ante la atónita mirada del guardameta catalán, empezó la remontada blanquinegra
Mestalla comenzó a animar y a apretar como sólo su graderío sabe hacer, conscientes de la necesidad. El gol, sin embargo, no llegaba, pero las ocasiones se sucedían. Ambos conjuntos introdujeron múltiples cambios, pero la dinámica era la misma. Parecía que morirían los de Baraja en la orilla, pero entonces el canterano Javi Guerra se inventó un trallazo en conducción, cruzado con la izquierda al palo largo, que horadó la meta vallisoletana con gentileza pero con rabia, como lo celebró el joven futbolista, abrumado por la importancia de su tanto.

La temporada que está viviendo el Valencia, además de convulsa, apunta a histórica por la amalgama de emociones que se están viviendo en Mestalla cada partido de Liga, sufriendo de lo lindo como lo hicieron ayer ante el Valladolid frente a su público. Sin embargo, en esta ocasión el sufrimiento se tornó en alegría desbocada, después de que firmase el 2-1 definitivo el canterano Javi Guerra con un golazo en el descuento que levantó al estadio y a la ciudad entera.

La tarde prometía para el conjunto dirigido por Rubén Baraja, que tenía muy claro el plan a seguir para sumar de tres, su única opción de arrastrar al Valladolid de nuevo a la pelea por la zona baja. Pensando sólo en ellos mismos, incluso el empate le valía al Valencia para salir de puestos de descenso después de la derrota del Getafe en casa ante el Almería el pasado miércoles, pero el guion que preparaba el encuentro iba a ser mucho más retorcido y rebuscado.

Se vio forzado a la épica de la remontada el conjunto ché frente a su público, disgustado y sorprendido a partes iguales cuando apenas en el minuto 6, Diakhaby cometió un error de bulto que dejó a Larin sólo mano a mano con Mamardashvili, que no pudo hacer demasiado. Mestalla, uno de los estadios más ruidosos de España, había quedado enmudecido, porque el Valladolid golpeaba primero para sumar 38 puntos y dejar a los valencianistas con apenas 30.

Le costó reaccionar al Valencia, nervioso e impaciente, consciente de que el plan de su entrenador con cinco defensas ya apenas valía para nada. Mientras, el conjunto pucelano seguía a pies juntillas las órdenes de Álvaro Rubio, director de orquesta blanquivioleta por la sanción del uruguayo Paulo Pezzolano, que impidió aun así que los suyos fuesen intimidados por la situación inesperada de ventaja en Mestalla. De hecho, tuvieron las mejores ocasiones en el primer tiempo.

El Valladolid estaba cada vez más cómodo sobre el terreno de juego mientras los locales pecaban de imprecisos en su escasas aproximaciones a la meta defendida por Masip, hasta que todo empezó a cambiar tras arrancar la segunda parte. El paso por vestuarios reactivó a un equipo que estaba en la lona, y Samu Lino pudo ser desequilibrante con el apoyo de Hugo Duro, una pesadilla para la zaga visitante desde su entrada remplazando al central Cenk.

Supo reaccionar Baraja, y su equipo lo agradeció. Así llegó el gol del empate, por parte del villano del primer tiempo. En el minuto 60, Diakhaby cazó un remate de cabeza que se fue envenenando y engañó por completo a Masip, que hizo un gesto para dejarla pasar, pero vio como el esférico rebotaba en el palo y besaba las redes. Ahí, ante la atónita mirada del guardameta catalán, empezó la remontada blanquinegra

Mestalla comenzó a animar y a apretar como sólo su graderío sabe hacer, conscientes de la necesidad. El gol, sin embargo, no llegaba, pero las ocasiones se sucedían. Ambos conjuntos introdujeron múltiples cambios, pero la dinámica era la misma. Parecía que morirían los de Baraja en la orilla, pero entonces el canterano Javi Guerra se inventó un trallazo en conducción, cruzado con la izquierda al palo largo, que horadó la meta vallisoletana con gentileza pero con rabia, como lo celebró el joven futbolista, abrumado por la importancia de su tanto.